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viernes, 26 de febrero de 2016

ALIENS HISTÓRICOS


 
"La verdad adelgaza y no quiebra, y siempre anda sobre la mentira como el aceite sobre el agua."

 
¿Mas qué verdades se esconden tras las incógnitas que así nombradas producen menos morbo que si las llamásemos misterios? Un misterio, querido Sancho, suele percibirse como señales o sombras muy complicadas de entender, extrañas e inexplicables, ocultas, arcanas, secretas, inclusive sacramentales o religiosas, mientras que la incógnita se percibe como el simple desconocimiento desde una perspectiva más aséptica, neutra y ausente de ese morbo que por sí mismo suscita lo misterioso. Por tal motivo en Historia con mayúscula hablamos de incógnitas e intentamos eludir el desorden emocional que provoca la palabra misterio acercándonos más a cuestiones empíricas y a deducciones racionales que a teorías morbosas. Al caso viene esto que te cuento para comprobar si es cierto lo que dijo tu señor, Don Alonso, sobre lo de que la verdad adelgaza sin quebrar. De camino veré si pierdo alguna manteca desmitificando las mentiras que rodean ciertos hechos de la antigüedad.

 

Querido Sancho, sabe que los antiguos no eran tan tontos como nos quieren hacer ver, que como mucho eran igual de tontos que lo fueron los paisanos de tu tiempo y al mismo nivel que lo son los del mío, salvo en el hecho de que su tecnología no estaba tan desarrollada como la nuestra en muchos aspectos, mas no así en todos. Que en aquellos años también hubo mentes brillantes capaces de hacer maravillas como lo hiciera Don Miguel al contar tus aventuras, o como lo hizo Don Diego de Velázquez al pintar “Las meninas”, o como el gran Leonardo o el mismísimo Einstein. Simplemente no conocemos sus vidas enterradas en el olvido de los milenios. Sabe también que la historia perdida de la antigüedad la intentamos reconstruir con lo muy poco que nos muestra la arqueología y con los textos de aquellos griegos y algún que otro personaje que dejó algo escrito siempre desde su interesado, endogámico y egocéntrico ombligo. Y las lagunas referidas a hechos sorprendentes e impresionantes, de muy difícil explicación, son fértiles campos para el abono de interesados misterios y los consiguientes y pingües negocios que de ello se derivan en forma de libros, documentales y teorías relacionadas con lo mágico, con lo sobrenatural e incluso con los mismísimos alienígenas.

 

Nuestra especie, el homo sapiens sapiens, tiene una antigüedad que oscila entre 150.000 y 200.000 años. También sabes que la historia, es decir, el período comprendido desde que conocemos la primera escritura descifrada hasta nuestros días, sólo tiene unos 5.300 años. Pero eso no quiere decir, amigo Sancho, que en las decenas de milenios anteriores no hubiese hombres y mujeres tan brillantes como nuestros más brillantes eruditos conocidos, pues para lo bueno y para lo malo las capacidades mentales y de raciocinio de aquellas gentes eran las mismas que las nuestras. Jericó, con 10.000 años de antigüedad es la ciudad más antigua conocida, aunque incluso se cree que es anterior la Tiahuanaco andina. Antes de que esas ciudades se fundaran, probablemente hubo otras cuya existencia aun no hemos descubierto. Habría aldeas, urbanidad, tecnología, no lo sabemos, lo suponemos pero no tenemos datos y cuando no existen datos mejor callar que inventarlos.

 

Suponemos también que había escritura lineal mucho más antigua que la escritura sumeria, o al menos eso es lo que aparentan ser numerosas inscripciones dispersas por todo el Mediterráneo que datan de hasta 20.000 años de antigüedad, sí, digo veinte mil frente a los 5.300 de las escrituras sumerias. En definitiva, desconocer hoy en día qué hicieron o cómo hicieron algunas cosas no significa que nuestros abuelos no supieran hacerlas. Muchos de estos prodigios los hemos comprendido tras su estudio y comprobación, otros los hemos deducido, algunos aun no los entendemos y seguramente de otros muchos ni tan siquiera sabemos su existencia. Al fin y al cabo son incógnitas, querido Sancho, más bien que misterios. Veamos algunas de esas hazañas.

 

Recuerda que el gran Julio César hace más de 2.000 años hizo construir un puente sobre el Rin en una zona con más de 10 metros de profundidad y 400 metros de longitud, la de cuatro campos de fútbol, y sobre él pasó con sus 40.000 soldados, carros y caballos. La impresionante construcción fue contemplada por los germanos quienes intentaron derribar la obra enviando cientos de troncos río abajo sin conseguirlo. Finalmente atónitos se rindieron reconociendo la superioridad romana casi sin oponer resistencia. Para ello los legionarios talaron cientos o miles de árboles con sierras de mano, pelaron los troncos con hachas, hicieron los cimientos en el fondo del río, rodearon el puente de barreras protectoras contra los troncos que lanzaban los germanos río abajo para derrumbar lo construido y lucharon contra sus acometidas al mismo tiempo. Y todo esto lo hicieron, atento querido Sancho, sólo en diez días. En la segunda guerra mundial con tecnología y medios del siglo XX los americanos construyeron un puente de 300 metros en Italia, casi en su totalidad prefabricado, y a pesar de que tenía unos 100 metros menos que el de Julio César tardaron nueve días.

 

Sabemos también, y mucho de ello se conserva, que aquellos romanos construyeron acueductos de kilómetros y kilómetros con desniveles mínimos que permitían el cauce del agua salvando innumerables accidentes geográficos, o que realizaron construcciones no superadas desde entonces como la gigantesca cúpula del Panteón romano (no confundas con el Partenón griego). Sabemos que utilizaban el hormigón, un material no redescubierto o utilizado hasta el siglo XIX, y que inventaron un tipo de hormigón resistente al agua en la construcción de puertos cuyo condimento especial era “sangre de cerdo”. Increíblemente este hormigón ha resistido 2.000 años mientras que los hormigones actuales apenas si tienen 100 años de vida.

 

También sabemos que hubo grandes ciudades como Babilonia, Asur o Nínive, esta última con unas dimensiones de 50 x 20 kilómetros y una población casi igual que la existente en todo el Egipto de su época, alrededor del millón de personas, y ello bastantes siglos antes de que naciera Cristo, o que el faro de Alejandría fue la construcción más alta de la historia (unos 150 metros) hasta la construcción de los rascacielos de Nueva York, que estuvo en pie más de 16 siglos y que sólo un enorme terremoto pudo destruirlo, o que los egipcios construyeron pirámides de difícil comprensión arquitectónica, pero no imposibles de levantar con los medios de aquel momento y mucho menos con la imaginativa y la inteligencia de aquellos hombres, y también sabemos que Pitágoras no fue quien formuló su teorema pues ya estaba escrito muchos siglos antes en las tablillas mesopotámicas, y un largo etcétera de impresionantes hechos llevados a cabo por nuestros antepasados.  

 

Mucho se ha especulado sobre tales cuestiones y aquellos que infravaloran la capacidad y el ingenio del hombre, y de la mujer aunque poco pintaron en estos menesteres para más desgracia de la humanidad, inventan teorías apoyadas en mentiras y datos tergiversados para suscitar el morbo del misterio. Zacarías Sitchin fue uno de los primeros estudiosos de las tablillas sumerias, claro que no era un arqueólogo al uso sino más bien un aventurero especulador que sibilinamente desvirtuó la mitología de aquel pueblo para formular la teoría de los anunnakis, aquellos dioses que manipularon a los monos creándonos a nosotros para que trabajásemos como sus esclavos. Los siguientes traductores de los idiomas sumerio y acadio, auténticos expertos en su materia, han desmentido por aplastante unanimidad la traducción original del amigo Zacarías, aquel amante de los OVNIs que forró su bolsa vendiendo libros sobre tal cuestión y que ha dado pie a un boyante mercado de morbosos documentales, libros, artículos y demás parafernalia referida al caso.

 

Por un momento imagina que se nos acerca un estudioso de tales seres con supuestas pruebas afirmando muy racionalmente que los dioses vienen del espacio exterior, que nos moldearon para que los adorásemos y para que trabajásemos como sus esclavos o para que fuésemos sus juguetes y divertimentos. Difícil sería que tú, amigo Sancho, cayeras en esas ficciones por lo sensato de tu raciocinio mas no faltarían inocentes que sucumbieran ante los morbos que despiertan tales misterios. Algo similar es lo sucedido con los anunnakis. Posteriormente se han traducido correctamente esas y otras tablillas en las que se basó el amigo Zacarías y se ha concretado que Anunna es el nombre de los panteones sumerio y acadio, que se llama así al conjunto de seres divinos por ser dioses todos ellos hijos de Anu, el dios del cielo, exactamente igual que Zeus lo fue del cielo griego, Marduk del babilonio, Odín de Asgard, Júpiter de los romanos, Yahvé de los judíos, Manitú de las tribus norteamericanas, Inca de las sudamericanas, Olorun de las africanas, Ra de los egipcios, Baal de los cananeos (el del becerro de oro del Éxodo), etc., y su mitología es tan rimbombante y llena de historias espectaculares como las de estos otros dioses, con la diferencia de que el bueno de Zacarías los llamó extraterrestres justo en el momento en que aquello de los OVNIs estaba de moda allá por el siglo pasado. Si aplicamos esa misma regla Marte, Minerva, Ishtar, Mitra y Jesucristo entre otros muchos también serían anunnakis.

 

Otro grupo de incógnitas que han atraído el morbo por el misterio que suscitan a una gran mayoría es el de la construcción de las pirámides de Egipto a pesar de que hoy en día sí se conoce cómo se levantaron. Ten en cuenta, querido Sancho que hablamos de más de cien  construcciones de ese tipo y que sólo unas cuantas arrojaron en su día incógnitas difíciles de resolver sobre cómo se pudieron realizar algunas tareas para su construcción. Me refiero a las más impresionantes, gordas y rollizas, especialmente las de Giza. De las otras poco se habla a pesar de ser similares salvo que más pequeñitas. Supongo que a Darth Vader y al maestro Yoda no les interesaba construir pirámides pequeñas. Voy a explicarte unas cuantas incógnitas que se han podido revelar gracias al estudio y a las pruebas realizadas en laboratorios de los procedimientos que aquellos brillantes individuos ingeniaron y usaron.

 

Las pirámides son la evolución lógica de una construcción elemental. Inicialmente los reyes egipcios se hacían enterrar en mastabas, construcciones tronco-piramidales, al igual que una pirámide a la que se le da un corte a tan sólo unos metros de la base. Generalmente las mastabas eran de base rectangular, de adobe y ladrillo al principio y de piedra después por lo poco que duraban como consecuencia de las erosiones con las que las castigaban los violentos céfiros del Sáhara. Por otro lado, la tumba era un elemento que acercaba al difunto a los dioses y una de las pretensiones religiosas de los reyes egipcios (me niego a llamarlos faraones por ser una denominación impuesta por Hollywood) y de las grandes personalidades del momento era tener una tumba despampanante para mostrar lo elevado de su condición y su acercamiento a la categoría de los dioses, no en vano los reyes eran encarnaciones vivas o bien hijos del dios Ra, por ejemplo. Finalmente la creencia de que el rey al morir reservaba un lugar en la otra vida a muchos de sus súbditos y que desde allí velarían por la paz de los vivos, por las buenas cosechas y por la prosperidad de Egipto, convirtió la construcción de la tumba real en una cuestión de Estado no sólo para el rey mismo sino para todo el pueblo que colaboraba de buen grado, incluso con muestras de fanatismo, en la construcción del mausoleo funerario persuadidos por tales cuestiones.

 

Por ello las mastabas se quedaron pequeñas y empezaron a construir pirámides escalonadas como la del rey Zoser al gusto de gigantescas escaleras por donde el alma del difunto rey ascendía a los cielos, exactamente como los zigurat sumerios o las pirámides aztecas. Después las hicieron de paredes lisas, quizás para ser utilizadas como rampas de lanzamiento de los platillos volantes anunnakis que se atrancaban en las paredes de las pirámides escalonadas, o quizás por simple estética, o por cualquier otro argumento o motivo, vete a saber, querido Sancho.

 

Podrás pensar que es una coincidencia esa de que pueblos que no se conocen hagan cosas similares. Podría ser la misma coincidencia por la que individuos del año 10.000 A.C. que vivían en China construían barcazas para atravesar las aguas al igual que lo hicieron los europeos del momento. Piensa que una barca, barcaza o barco es una forma bastante lógica de desplazarte por el agua. Podría ser la misma coincidencia por la que los hombres del paleolítico, estuviesen allá donde estuviesen, confeccionaban prendas de vestir con las pieles de los animales o construían lanzas y usaban arcos y flechas para cazar y guerrear, simplemente por lógica, igual que es lógica aplastante esa forma de hacer un edificio de gran altura que no se derrumbase con los conocimientos y técnicas del momento utilizando una base ancha que se va estrechando según se va elevando del suelo.

 

Hoy en día podemos comprobar la evolución de los métodos de construcción de aquellos fabulosos arquitectos, ingenieros y artesanos, también hemos visto los fallos que cometían y con los que iban aprendiendo, como por ejemplo algunas pirámides que se derrumbaron hacia el interior de sí mismas, o también cómo otras de estas construcciones fueron terminadas inclinándose hacia dentro a mitad de la altura para evitar su derrumbamiento por simples defectos en la confección del proyecto como es el caso de la de Dashur, justo hasta que dieron con la tecla para elevarlas rectas, hermosas, erguidas y bien altas. El papiro de Rhind es un ejemplo que nos muestra cómo se calentaban la cabeza con números y más números aquellos señores allá en aquellos lejanos milenios.

 

Con instrumentos rudimentarios nivelaron el terreno de las bases piramidales con una precisión asombrosa utilizando para ello cálculos basados en el teorema de Pitágoras, ese señor que aun no había nacido pero cuyas formulaciones ya estaban escritas en las tablillas sumerias bastante tiempo atrás, como antes te comenté. Sí. Conocían muy bien las estrellas y los movimientos de nuestro planeta al igual que sus vecinos mesopotámicos, los mismos que mucho tiempo atrás dividieron el año en 360 días, el día en 24 horas, las horas en 60 minutos y los minutos en 60 segundos, y orientaron las pirámides en función de posiciones estelares, fijándose en el cielo, donde estaban sus dioses, igual que los dioses principales de todas las culturas.

 

Contrataban a los mejores artesanos y maestros constructores tanto nacionales como extranjeros a quienes remuneraban excelentemente. Muchos egipcios trabajaban a cambio de no pagar impuestos y no, no fueron los esclavos quienes construyeron aquellos mamotretos. Al terminar las faenas agrícolas o domésticas las gentes sencillas ganaban un sobresueldo trabajando en la pirámide de turno, incluso muchos llegaron a creer que el rey, su dios, los llevaría con él a su paraíso en el momento de su muerte. Era un honor a la vez que un objetivo vital y religioso hacer méritos en la construcción piramidal, una magnífica inversión para la otra vida.

 

Usaron rampas para subir las piedras, de las cuales quedan rastros. Con grúas, poleas, palancas, trineos y fuerza humana y animal arrastraban los bloques de piedra caliza desde las canteras existentes junto a las pirámides. Echando agua al pie del trineo en su justa medida, la arena del suelo se endurecía hasta reducir la resistencia de arrastre en un 50 %. Este procedimiento, a pesar de estar dibujado en sus jeroglíficos delante de las narices de muchos estudiosos, se descubrió hace unos pocos años y explica sin duda alguna cómo arrastraban los enormes bloques de piedra. Todo ello ha sido comprobado y experimentado en laboratorio.

 

Por el contrario, poco se habla de cómo en Gran Bretaña se manipularon los bloques de Stonehenge desde muchos kilómetros de distancia en las mismas fechas en que se construyeron las pirámides de Giza (2.500 AC aproximadamente), supongo que será porque el neolítico británico no vende tanto como la fastuosidad egipcia. La manipulación de esos bloques de piedra, amigo Sancho, sí que es verdad que aun no sabemos cómo se hizo aunque existen varias teorías al respecto pero ninguna de ellas demostrada, ni tan siquiera plausible. El mismo caso sucede con algunas colosales piedras de la ciudad andina de Tiahuanaco.

 

Es aquí donde encaja mejor la teoría de que Han Solo, Chewbacca y R2D2 ayudaron a los antiguos británicos pues ya sabemos que no es cierta la otra teoría de que Luke Skywolker y Obi Wan Kenobi ayudaran a sus contemporáneos egipcios ¿Qué quiénes son esos individuos? Pues otros anunnakis, querido Sancho. Pero lo que sí sabemos es que Hemiunu, un señor nacido en Egipto y no en un sistema solar lejano, quizás calvo, bajito y con cara de pocos amigos, fue el arquitecto y al mismo tiempo el capataz de la construcción de la pirámide de Keops que, por cierto, tampoco se llamaba Keops sino Jufu. Lo sabemos por una inscripción que así lo dice, al igual que en otras pirámides menos impresionantes los diseñadores o constructores también dejaron su firma. Y todos los nombres registrados solían ser corrientes en aquella época. Difícil sería creer que una obra es alienígena si la firma un tal Pepe García.

 

Bien sabes, como antes te dije, que las piedras de las pirámides son calizas y que las piedras calizas se cortan sin problema con herramientas de cobre, el metal del momento, pero es que también deberías saber que el cobre utilizado con fuertes abrasivos es capaz de cortar el granito, como también que los egipcios antiguos construyeron enormes sierras circulares al estilo de las modernas serrerías con las que cortaban los pocos bloques de granito que utilizaban. Igualmente también deberías saber, amigo Sancho, que una de las pocas incógnitas que aun no se han revelado es cómo hicieron determinados agujeros circulares de unos 25 cm de profundidad y otros 10 de ancho en rocas de granito para servir de goznes donde se introducía la bisagra de la puerta. Ello lo sabemos tras descubrir el cada vez más famoso testigo 7, el cilindro extraído del granito para hacer ese agujero. Resulta curioso que los defensores de las teorías anunnakis y demás hipótesis alienígenas no se fijen en esta cosita tan pequeña, supongo que es demasiado complejo para sus mentes y poco atractivo para el personal.


En fin, amigo Sancho, podríamos pasar veladas enteras hablando sobre tales cuestiones mientras degustamos las excelencias de tu ambigú, pero sirvan estas palabras para decirte una vez más que la propaganda es una de las más útiles armas para conquistar pueblos enteros o para construir verdades allá donde no las hay, y la Historia desgraciadamente tampoco se libra de ello.