“… y en siendo hora, vamos a rondar, que es mi intención
limpiar esta ínsula de todo género de inmundicia y de gente vagabunda,
holgazanes y mal entretenida; porque quiero que sepáis amigos que la gente baldía
y perezosa es en la República lo mesmo que los zánganos en las colmenas, que se
comen la miel que las trabajadoras abejas hacen.”
Cuánta razón concurre en tus palabras,
amigo Sancho, mas qué lástima haber contado en estas tierras con dirigentes
menos cualificados que tu persona para conducir la convivencia de las
gentes que aquí vivimos, incluso hasta llevarnos a situaciones nada decorosas que provocan los más bochornosos estupores.
Envidia de los habitantes de la ínsula de Barataria debíamos tener los
españoles por carecer de gobernantes con los méritos que luce su más alto dignatario, pues tanto zángano malo, más tarugos y más asnos en proporción
como aquí abundaron, y abundan, intoxican cualquier monarquía y peor aun lo hicieron en nuestras
Repúblicas. Sin ir más lejos, ejemplo del asunto es cómo se proclamó la
segunda de ellas.
Ya te hablaré sobre las cuestiones republicanas, aunque ahora entiendo
que basta con saber que el régimen de la
Restauración empezó a morir en aquel fatídico año de 1.898. Digamos que desde
entonces y después, durante casi todo el reinado de Alfonso XIII, fue un arrastrar las
vergüenzas de aquel moribundo sistema. No obstante no era esa la idea que se
percibía en la calle pues nadie podía imaginar el desplome de la corona. Las
elecciones municipales de 1.931 no pretendían ser un referéndum sobre monarquía
o república, simplemente eran unas elecciones municipales más, a pesar de que hayan
intentado justificar a posteriori el hecho de identificarlas como un plebiscito, pero en este
esperpéntico país donde el absurdo campea a sus anchas siempre puede esperarse
cualquier cosa de tanta mente lúcida y translúcida, y lo que ocurrió es que una serie de hechos cocluyeron sorprendentemente
con la proclamación de la República.
Veamos qué sucedió en esas
elecciones, pero entre tanto guarda los chorizos en tu alforja que sobre butifarras te hablaré de seguido. Los datos que nos dan los historiadores son poco fiables sencillamente
porque los datos oficiales aún son menos fiables. La prensa del momento publicó
unos resultados imposibles puesto que la suma total de concejales ni por asomo
se parecía al número de concejales elegibles. Otros muchos estudiosos del tema
divergen también en los datos. Se habla de pucherazo y se pone como ejemplo que
un concejal socialista por Madrid llamado Saborit consiguió que votaran para su
partido miles de difuntos; pero tales cuestiones, aunque puedan tener alguna
proximidad a la certeza, siguen siendo especulaciones sin demostrar, por lo que corramos un tupido velo y hagamos un pasar.
Lo que sí es cierto es que los datos
oficiales se ofrecieron después de proclamada la República por los propios
republicanos, lo cual pone aún más bajo sospecha el resultado. En cualquier caso,
se admite como válido que los monárquicos ganaron en el cómputo global y en las
zonas rurales mientras que los republicanos obtuvieron la victoria en la mayor
parte de las capitales de provincia. En esto que sucedió algo que podríamos
tachar de insólito, por usar un eufemismo si no conocemos algo de la historia de
este país, que pone en duda cuanto menos, o cuanto más, la legitimidad de la
Segunda República. El martes, 14 de abril de 1.931, el diario ABC, en su
edición de la mañana, página nº 28 publica la siguiente nota oficiosa conjunta de
republicanos y socialistas:
“La representación de las fuerzas republicanas y
socialistas coaligadas para una acción conjunta siente la ineludible necesidad
de dirigirse a España para subrayar ante ella la trascendencia histórica de la
jornada del domingo 12 de abril… La votación de las capitales españolas y
principales núcleos urbanos ha tenido el valor de plebiscito desfavorable a la
Monarquía, favorable a la República, y ha alcanzado a su vez las dimensiones de
un veredicto de culpabilidad contra el titular Supremo del Poder… Invocamos
pues, llegada esta hora, los supremos valores civiles a quien rinden
acatamiento en todo pueblo culto las Instituciones más altas del Estado, los
órganos oficiales del Gobierno y los Institutos armados; a todos es forzoso
someterse a la voluntad nacional, que en vano pretenderán desfigurarse con el
voto rural de los feudos… pero si, por desventura para nuestra España… no
respondiesen adecuadamente quienes con violencia desempeñen o sirvan funciones
de Gobierno, nosotros declinamos ante el país y la opinión internacional la
responsabilidad de cuanto inevitablemente habrá de acontecer ya que, en nombre
de esa España… declaramos públicamente que hemos de actuar con energía y
presteza, a fin de dar inmediata efectividad a sus afanes implantando la
República”.
Y firman esta nota Alcalá Zamora,
Fernando de los Ríos, Casares Quiroga, Miguel Maura, Álvaro de Albornoz, Largo
Caballero y Alejandro Lerroux.
En resumen nos dicen que ellos han
ganado en las principales capitales y que los votos de los pueblos, o feudos
como los llaman, no valen para nada, y que como ellos interpretan que han
ganado las elecciones municipales porque los votos de los pueblos no tienen
valor, aunque en realidad hayan ganado los monárquicos pero, cuidado, en
realidad no han ganado los partidarios de la monarquía porque los votos de los pueblos no sirven para nada, conste, y
que como ellos son republicanos, supongo que más elegantes, aunque las elecciones sean simples comicios
para elegir solamente alcaldes y no para cambiar el sistema jurídico y político
de España, ni tampoco las elecciones municipales eran un referéndum al caso,
pues eso, que proclaman la República y que se atengan a las consecuencias el
Gobierno, el ejército o cualquiera que se atreva a desfigurar el resultado electoral con el voto rural de los
feudos que no sirve para nada, repito, porque ellos han ganado las elecciones, aunque
los monárquicos tengan más votos, y el pueblo ha dicho que quiere abolir la
monarquía al elegir alcaldes republicanos en muchas capitales aunque no lo haya
dicho, que no lo dijo, pues eso, ea, que los votos de los pueblos no sirven para nada y que
implantan la República.
Rocambolesco. Suena a muchas
declaraciones políticas actuales donde lo blanco lo describen como negro, lo
negro como azul y lo azul como verde mientras el rebaño pasta plácidamente sin enterarse de
nada al mismo tiempo que le roban el sustento. Tan sólo oyen lo que afirman aquellos que más gritan. Supongo que serían
los efectos del “cambio del clima climático” que lleva afectando siglos las
meninges de muchos españoles. Esto lo digo, haciendo un paréntesis, tras leer en un libro de texto de la ESO (pobres criaturas) que las crisis económicas y las hambrunas europeas del siglo XIV se debieron al cambio climático que ya por entonces andaría hostigando el reposo de tanto cristiano, de judíos y de algún que otro sarraceno, omitiendo decir que fue a causa de las epidemias de peste que acabaron con un tercio de la población, y más incluso en algunas zonas. Supongo que esa afirmación la dedujeron algunos pedagogos actuales estudiando los datos que nos dejaron en herencia las innumerables estaciones meteorológicas del momento o quizás la ciencia, la tecnología y la informática de ese siglo, o sería el hombre del tiempo de la televisión digital del Sacro Imperio Romano Germánico. Y, en palabras del historiador Enric Ucelay-Da
Cal, acto seguido sacaron las masas a la calle para provocar una “toma
revolucionaria de los ayuntamientos, que la radio difundió y estimuló en el
marco de una operación en buena medida coordinada a golpe de teléfono y por
telégrafo”.
La maniobra situó al Gobierno en un
callejón sin salida, pues tanto si éste se rendía como si mandaba disparar contra
los manifestantes con ello no restauraba la normalidad en ninguno de los casos. Ucelay-Da Cal
concluye diciendo que estas maniobras republicanas, “gracias a su invisibilidad”,
dieron como resultado “el golpe de Estado más perfecto de toda la historia
española” al salvar las
apariencias de vulnerar la legalidad. El general Sanjurjo dijo que él no
sacaría la Guardia Civil a la calle. Alfonso XIII, conocedor de lo que sucedió
catorce años antes con las vidas de la familia del zar en Rusia entró en
pánico. Alcalá-Zamora, que fuera monárquico hasta dos días antes, dijo que
ellos no podían controlar a las masas ni responsabilizarse de lo que le pudiera
pasar al rey. Alfonso manifestó que no quería que se derramara sangre, que se
iba de España pero aclarando que no abdicaba sino que suspendía temporalmente
el ejercicio de sus funciones. Inmediatamente los republicanos aprovecharon
para proclamar la República. Algo singular, sin duda. España es diferente. En
la inmensa mayoría de los libros de historia sólo encontrarás frases como la
siguiente con la que despachan frívolamente tales acontecimientos:
“El triunfo de las candidaturas republicanas en las grandes
ciudades precipitó el 14 de Abril de
1931 la proclamación de la República. La amplitud del movimiento
popular llevó a que el rey Alfonso XIII, aislado y sin apoyos, se exiliara.”
Cosas veredes, amigo Sancho…
....y aguantar luego a todos estos "progres" de izquierda presumiendo de 100 años de honradez...
ResponderEliminarSiempre es igual: El voto es válido solamente si les favorece a "ellos". Y si decimos estas verdades que les desbaratan el chiringuito, es porque "somos mu fachas"....
Lo que describes en el artículo es lo que sucedió realmente. Enhorabuena por este blog, certero y acerado y al que no le guste pues "ajo y agua...".
Saludos.
Muchas gracias, Paco, por tu comentario. Vivimos en un mundo construido sobre falsedades y es bueno airearlas de vez en cuando.
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