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jueves, 26 de marzo de 2015

COSAS VEREDES




Cosas veredes, amigo Sancho que farán fablar las piedras… Pues no. Esa frase, de la que a menudo tengo el vicio de citar sus cuatro primeras palabras, bien sabes que nunca te la dirigió tu señor Don Alonso, mi buen Sancho. Resulta que es mucho más antigua aunque tampoco fuera exactamente así. En verdad se remonta al tiempo en el que el personaje de Rodericus Didaci Campidoctor, el gran Cid caballero donde los haya, le dice en su “Cantar” a Alfonso VI: "Muchos males han venido por los reyes que se ausentan..." a lo que el monarca le contesta: "Cosas tenedes, Cid, que farán fablar las piedras". Después alguien que no conocemos sustituiría el “tenedes” por el “veredes”, quizás no lo leyó bien, o quizás no lo recordó bien, tal vez algún juglar extendió la palabra incorrecta hasta hacer que la frase forjada con “veredes” pasara a engrosar nuestro rico acervo castellano. Supongo que algo así pasaría.

Frases e ideas erróneas, equivocadas. Rumores e inexactitudes que se extienden y que el pueblo los acepta como verdades sin serlo, incluso muchas personas presumen, se jactan, se pavonean y alardean de ello sin saber en modo alguno de qué hablan. El pueblo es soberano, o debiera serlo,  pero no siempre está en posesión de la verdad. Y las verdades cambian como las modas mutan. En el siglo XIX la mujer gorda era ideal sublime de belleza, fíjate en las rollizas majas de Goya. A mediados del XX las curvas enloquecían al personal, como así lo hicieron las de Marylin Monroe o las de Sophía Loren. Hoy nos quieren imponer como ideal de belleza femenina esqueletos andantes y ello responde, esencialmente, a que quienes dictan la moda suelen ser personajes de sexo masculino a los que las mujeres nada les provocan por ser adoradores libidinosos de sujetos de su mismo sexo.

Aquello que en un tiempo fuera dogma al poco se convierte en engaño y viceversa. Debíamos convenir todos en que el mundo está lleno de mentiras, algunas inocentes que se generan por sí solas y que en nada afectan a la rutina de los vecindarios; pero otras son sibilinas, perversas e inducidas cuyo fin principal suele ser engordar monederos y demás intereses. Todas ellas se convierten en axiomas suscritos por la masa y se asumen justo en el momento anterior de elaborar un mínimo juicio, es decir: son prejuicios, prejuicios interiorizados que eliminan la posibilidad de realizar a posteriori el verdadero juicio. Ejemplos de ello hay miles, amigo Sancho. Veamos alguno.

Te cuento que un gran amigo habló conmigo sobre estas cuestiones y me dijo que las estatuas ecuestres, "cuestren, lo que cuestren” (cita de Les Luthiers, grandes, grandes) enarbolan o pliegan su pataje delantero según la forma en que su jinete pasó a mejor vida. Si éste cayó en batalla el equino de la escultura alza sus patas delanteras en posición orgullosa y desafiante;  si palmó según natural desenlace el penco encoge el pataje delantero y si feneció por agonías de heridas de guerra una vez terminado el combate, el jamelgo sólo levanta una de sus patas. Bien, querido Sancho, sabes que San Martín murió de viejo, que Bolívar parece ser que lo hizo de tuberculosis y Alejandro el Magno de unas fiebres, y sabes también que bastantes de las estatuas de esos personajes, y de otros muchos que no murieron en combate hermosean caballos con las dos patas delanteras desafiantes y erguidas, o viceversa, observa las de Bucéfalo, el caballo de Alejandro, en la foto que encabeza, pues en nada se fundamenta dicha norma salvo en rumores extendidos de quienes presumen con ello en dictar sentencias inapelables con alardes de orgulloso engreimiento.

Mentirijillas veniales como esa de que el gótico es un estilo lóbrego, oscuro  y demoníaco. Por no ser de esta época no te corresponde saber que ello responde a la ignorancia de adorar un personajillo de cómic, el hombre murciélago, Batman, que vivía en una supuesta ciudad llamada Gótica, o Gotham, cuyo creador diseñó aquellos dibujos con esa tonalidad oscura. Nada más lejos de la realidad. El gótico es la mayor expresión de la búsqueda de la luz y del amor de Dios. A modo de ejemplo, cuando visites la noble ciudad de Burgos, la de León o la de Valladolid, fíjate Sancho en sus catedrales que fueron construidas bajo ese estilo y costumbre, con enormes ventanales, con cristaleras de colores y altas torres terminadas en picos punzantes que se elevan hacia el cielo buscando lo divino, buscando la luz. Casi todos los mozos de hoy, y lo que no es la juventud, dan el significado opuesto a lo gótico pues sólo conocen de ello a ese personaje ficticio vestido de negro y llevado al cine ¿Ves qué fácil es engañar a las masas y tergiversar los conceptos? Si eso ha sucedido con la idea del gótico, de forma más o menos involuntaria, imagina lo que sucede cuando se llevan a la práctica estrategias de información falsa perfectamente diseñadas, cosa que ocurre de forma cotidiana.

Y la información llega a nuestro cerebro que, por simple comodidad, realiza abstracciones sencillas y coloca etiquetas o iconos sobre lo que percibimos sea o no sea verdadero sin realizar un mínimo análisis. Nuestra mente asume como propias las etiquetas, se convence del mensaje simplista que encierran detrás y vive, o incluso muere, por ellas, por las etiquetas, por una simple bandera. Amigo Sancho, cada época tiene sus propios referentes, sus valores y sus fantasías y no por ello debemos menospreciarla. Por ejemplo, para las gentes de la Edad Media la naturaleza se basaba en los cuatro elementos que componen tanto el universo como el hombre: tierra o carne (polvo eres y en polvo te convertirás), agua o sangre, aire o aliento, y fuego o calor corporal (los cuerpos muertos se enfrían). Desde los más sabios hasta los más ignorantes, todos mostraban la misma visión en una cristianización extraída en mayor o menor medida de viejos símbolos y mitos paganos. Se admitía que la Tierra es plana, inmóvil y que es el centro del universo, que el fin del mundo se encuentra en el océano Atlántico, que el ombligo del mundo es Jerusalén, que el Edén está situado en una montaña donde nacen los ríos Tigris y Éufrates, que el océano Índico está repleto de islas con metales preciosos, especias y maderas raras, tesoros guardados por animales y monstruos fabulosos. Sueños de opulencia forjados por un mundo pobre y limitado en conocimientos.

Hoy nuestro mundo tiene más conocimientos que jamás cupieron en mentes y bibliotecas y a pesar de ello seguimos navegando sobre mares de mentiras. De algunas mal intencionadas ya hemos hablado en otras ocasiones y seguiremos haciéndolo en otras más, pero hoy, amigo Sancho, me apetece hablar de las mentirijillas sin demasiada importancia, como esa de que los alienígenas hicieron las pirámides a pesar de que conocemos las técnicas que utilizaron para ello los antiguos egipcios. Y aunque no sabemos de todas sus habilidades afirmamos que nuestros abuelos no eran tan tontos como nos quieren hacer ver los productores de documentales, artículos y programas de lo misterioso, y que fueron ellos quienes levantaron esos mamotretos, quienes construyeron ciudades, templos, acueductos, puentes y demás obras de ingeniería de las que seguimos asombrándonos tras miles de años. 

Mitos y propagandas con las que creamos modelos en los que enfocar nuestros propios conceptos y así catalogamos el mundo que percibimos para ordenar nuestras mentes con estructuras sencillas como, por ejemplo, diciendo que París es la “Ciudad de la Luz". Todos admitimos esa afirmación sin saber por qué motivo se la llama así. Quizás se deba a que Luis XVI, antes de que depositaran su cabeza en un cesto, ordenó iluminar la noche parisina con miles de linternas, o quizás por ser una de las primeras ciudades iluminadas con luz eléctrica, o también, y por qué no, por ser centro de la revolución liberal que culminó las ideas del “Siglo de las luces”, por aquello de la proclamación de los “Derechos del hombre y del ciudadano”, derechos que iluminan las ideas de la modernidad y que acabaron con el Antiguo Régimen; o simplemente por ser centro fundamental de bohemios y artistas permanentemente iluminados. Vete a saber, amigo Sancho.

También decimos que París es la “Ciudad del amor”. Acaso sea por sus famosos burdeles y el surtido de espectáculos llenos de glamour, de los que aun quedan algunas reminiscencias como es el caso del Moulin Rouge. O quizás sea por la fama del “Puente de los Candados” al que los enamorados adornan dejando colgada su propia cerraja arrojando después la llave al Sena para que nadie pueda romper su compromiso, claro, que nadie habla de otros puentes similares, como el Puente de Milvo de Roma, o el de Triana en nuestra Sevilla que bien me recordara mi buen amigo, ni de los cientos de fuentes de otros lugares en donde se depositan monedas como promesas de amor y otras cuestiones parecidas. Quizás se la llame así por ser una ciudad a la que muchos tildan de encantadora, romántica, cautivadora y musa de pintores y poetas. O quizás sea por la maravillosa escena de la película “Casablanca” cuando Humphrey Bogart y la encantadora Ingrid Bergman se despiden diciendo “siempre nos quedará París”.


Sí, querido Sancho, el rey Arturo nunca fue rey, sino un prefecto romano llamado Lucio Artorius Casto. Robin Hood se llamaba Robert Hood y se sublevó contra el rey Ricardo II y no contra Juan Sin Tierra, y lo hizo no por robar a los ricos para dárselo a los pobres sino para no pagar impuestos. Más de un Robert Hood nos haría falta para que luchase en nuestros días contra la voracidad de esta Agencia Tributaria que nos asfixia. El cadáver del Cid nunca fue subido a caballo para asustar a los moros sitiadores de Valencia. En el Génesis nada se dice respecto a que la fruta que mordieran Adán y Eva fuese una manzana. Los romanos que presidían un espectáculo de lucha cuando bajaban el pulgar perdonaban la vida del gladiador derrotado para que siguiese en esta tierra que pisamos y cuando lo subían ordenaban su muerte para que su alma ascendiese. A los reyes de Egipto se les llamaba “nesu”, “neb” o “hemef” pero no faraones. Invocamos a Jesús tras el estornudo del vecino para espantar al demonio que supuestamente ha salido del cuerpo del resfriado. Y así hablaríamos hasta aburrirnos de ficciones piadosas que nada dañan. 

Cosas veredes, amigo Sancho...

jueves, 19 de marzo de 2015

CATALUÑA, ESA BONITA REGIÓN ESPAÑOLA II


 
 
“- Erutar, Sancho, quiere decir regoldar, y éste es uno de los más torpes vocablos que tiene la lengua castellana, aunque es muy sinificativo; y así, la gente curiosa se ha acogido al latín, y al regoldar dice erutar, y a los regüeldos, erutaciones…  - En verdad, señor -dijo Sancho-, que uno de los consejos y avisos que pienso llevar en la memoria ha de ser el de no regoldar, porque lo suelo hacer muy a menudo.”

 

Eso mismo, amigo Sancho, quizás se deba a que tienes el penoso vicio de comer a dos carrillos sabiendo que la ansiedad en la mesa estimula presiones internas dentro del buche que luego fluyen abruptas esófago hacia arriba para salir como regüeldos. Te cuento que así, parecido a un enorme regüeldo, hace poco sucedió en el condado de Barcelona y sus territorios satélites, benditas tierras españolas en las que por decenios andan jalando a dos carrillos una jauría de cuatreros manilargos que de las alcantarillas salieron para ensuciar el noble arte de la política, ese que bien ensayaste como gobernador. Y para encubrir su cleptómana inmoralidad a ojos de la caterva de rucios que mora aquellos lares y, más aun, del resto de rocinos que pueblan España que haberlos hay los en abundancia, entre otras cosas plantaron embustes, embelecos y demás patrañas sobre lo que aconteció otrora cuando este país sufrió uno de sus grandes cambios, allende en los primeros años del siglo XVIII.

 

Avivan aquellos rufianes el engaño de patrias y otras entelequias sobre los catalanes humildes con vistas a hacer fuertes sus posiciones y diferenciarse cuanto más del resto de españoles, cual si de una tribu salvaje se tratara incitada y alimentada en el odio en contra de las otras tribus vecinas y hermanas acusadas de robarles sus viandas. Y en ello ejercieron briosa influencia sobre los gobernantes de Madrid quienes actuando en complicidad manifiesta con semejantes aprovechados hicieron la vista gorda a sus fechorías. Mas de tanto jalar a carrillos llenos afanando el erario público y los haberes de las mercantiles sin tiempo alguno para digerir tales muerdos, un enorme regüeldo finalmente escapó por el hocico del anciano e indigno padrino, antes “Honorable”, de la pretendida secesión, y otros tantos más por los otros hocicos de casi toda la “famiglia” y allegados.

 

Aunque muchos lo sospechábamos, o mejor lo sabíamos, así quedaron al descubierto las verdaderas pretensiones de esos políticos profesionales nacionalistas que no son otras que repartirse entre sus cúpulas los ricos bocados que tan bonitas tierras y mejores gentes producen para mayor ansia de sus voraces y codiciosos estómagos. Mas no ven, o no quieren ver, los asnados discípulos y demás borricos partidarios de tales bellacos que nada catarán de los bocados que aspiran jalarse en solitario esos zampabollos, bocados que serán escuálidos y a nada sabrán ni vitamina alguna llevarán sin el condimento y la sustancia de la propia España.

 

Pues sí, amigo Sancho, una de las más grandes mentiras en las que basan sus teorías responde a lo sucedido en el segundo decenio de ese siglo XVIII, cuando el último rey de los “Austrias” murió sin vástago heredero de la corona y, aprovechando tal evento, todos los grandes reinos europeos se confabularon para hacer de las suyas y hostigar al gigante español que tanto temían, envidiaban y odiaban. Cuentan sin embargo estos farsantes manilargos que aquello fue una guerra por la libertad y la independencia de Cataluña y cada año conmemoran tal fantasía como el día de la patria catalana en consonancia con su endogámica y paleta comedia hechizante de inocencias y candores.

 

Aquello empezó con el muerto Carlos II, al que llamaban “el hechizado”. Dicen que en vida lo sometían a exorcismos creyendo que estaba embrujado. También era estéril y con visibles rasgos de incapacidad mental. No te cuento más sobre él, amigo Sancho, bástate con mirar uno de sus retratos. Con la muerte del hechizado alegaron derechos de sucesión a su vacante el poderoso rey sol Luis XIV de Francia (Borbón él) y Leopoldo I (Habsburgo él), emperador alemán, ambos nietos de nuestro Felipe III por parte materna y casados con hijas de nuestro Felipe IV. Y es que bien sabes del totum revolutum de parentescos familiares que explica el aspecto físico y mental de muchos miembros de las familias reales europeas. Los dos cedieron sus derechos sucesorios a dos de sus hijos que no eran herederos directos de sus propios reinos. Así Luis XIV el Borbón se los cedió a su hijo Felipe, Duque de Anjou, y Leopoldo I el Habsburgo hizo lo propio con su hijo Carlos que también tenía el título de Archiduque de Austria. Y los dos nenes, Felipín y Carlitos, se pelearon por ser rey de España, y cada uno tuvo sus amigos y aliados con sus papás por delante en esa pelea según las corrientes de intereses que bullían en toda la Cristiandad, siendo la principal el bocado de España y su enorme imperio.

 

Te cuento que la poderosa Francia de Luis XIV no estaba dispuesta a verse acorralada entre una España y una Alemania unidas bajo la misma corona, e igualmente Alemania, Inglaterra y Holanda no podían permitir que Francia sumara a su monumental fuerza la poderosísima corona española y todo su imperio. Así que, tras varios episodios apodados "Tratados sobre las particiones" (de España, naturalmente) en los que se reunían y traicionaban los unos con los otros y los otros con los unos, finalmente ingleses, alemanes y holandeses apoyaron al niño Carlos de Austria, mientras que la poderosa Francia hizo lo propio con el vástago del rey sol, es decir, el niño Felipe de Anjou, el Borbón; y todos ellos pusieron sus tropas, sus dineros y sus cañones en España donde también la división de nobles y poderosos españoles se hizo patente a favor de uno u otro bando para empezar lo que se llamó la “Guerra de Sucesión” al trono de España, de 1701 a 1713. Una guerra de intereses entre nobles españoles y entre potencias extranjeras, a pesar de que oirás otras sandeces enfocadas sibilinamente al engaño.

 


Pero ¿por qué la nobleza española apoyó a uno u otro candidato? En 1701 Felipe de Anjou fue proclamado rey de España con el nombre de Felipe V por las Cortes de Castilla y poco después juró los Fueros de Aragón. Hasta ese momento los reyes españoles presidían las Cortes de Castilla, las de Zaragoza, las de Barcelona, las de Valencia, las de Mallorca, las de Navarra, las Diputaciones de las Vascongadas, Nápoles, Sicilia, etc. Cada vez que querían legislar tenían que desplazarse a unas u otras cortes u órganos legislativos. Cada órgano legislativo tenía competencias en unas u otras cuestiones. Por ejemplo, las cortes castellanas eran competentes prácticamente sólo en materia fiscal puesto que su Derecho Civil se limitaba casi exclusivamente a las “Partidas”, aquel compendio de leyes que promulgara el rey Alfonso X “el sabio” allá por el siglo XIII y que aún seguían vigentes. Pero las cortes aragonesas, barcelonesas, mallorquinas y valencianas tenían competencias para legislar en algunas otras materias, sobre todo en Derecho Civil como es el caso de cuestiones de organización de regadíos, herencias, contratos y, especialmente, condiciones de vasallaje entre los nobles y el pueblo llano.


Bien sabes que las cortes eran la reunión de los notables del territorio. Las presidía el rey y estaban formadas por los nobles, el clero y los diputados o representantes de los distintos territorios. Estos últimos en realidad se limitaban a asistir como meros espectadores pues la nobleza y el clero dominaban de facto las políticas que se sometían a aprobación. El rey se limitaba a sancionar lo acordado siempre que no perjudicase los intereses de la corona. Es decir, las noblezas aragonesa, catalana, valenciana y mallorquina hacían y deshacían a su antojo en sus respectivos territorios manteniendo la estructura política y jurídica medieval del reino de Aragón, similar a la estructura del Sacro Imperio Romano Germánico que apoyaba al Archiduque Carlos, el cual se comprometió con los nobles de estos territorios a mantenerles el chiringuito. Por otro lado, Felipe de Anjou era la viva imagen del absolutismo francés, del centralismo más recalcitrante donde el rey era la ley y los nobles se limitaban a aplaudir cualquier ocurrencia regia. Y Felipe V fue, sin duda alguna, un rey con personalidad (“el animoso” le llamaban) que vino dispuesto a modernizar el vetusto y alicaído imperio español y a poner en su sitio a los señores feudales según el modelo absolutista monárquico.

 

Aquello encendió la alarma de las oligarquías aragonesas, enemigas históricas de todo lo francés, que verían perder sus chollos con la llegada de ese enérgico rey, mientras que con el Archiduque Carlos todo se mantendría igual, incluso podrían mejorar su situación. Por el contrario, los nobles castellanos acostumbrados al centralismo monárquico desde tiempos de Doña Isabel y Don Fernando nada tenían que perder en esos menesteres, y veían en Felipe a un futuro rey al menos “normal” si lo comparamos con los últimos reyes españoles con quienes tuvieron que lidiar entre estupores y esperpentos, además con la alianza de Francia se vio la posibilidad de ganar tranquilidad especialmente en el Atlántico que es donde se concentraba el grueso de sus negocios, al contrario que el grueso de los negocios valencianos, catalanes y mallorquines que se situaban en el Mediterráneo.

 

Y en la guerra sucedió que hacia 1710 Felipe V ya dominaba casi todo el imperio español mientras el Archiduque Carlos se vio acorralado en los únicos dominios que le quedaban: Mallorca y Cataluña. El rey francés Luis XIV, poderoso papá de Felipe V, creyó oportuno alcanzar un armisticio y tras varios intentos fracasados llegó a un acuerdo con Inglaterra, así que todas las partes se avinieron a negociar la paz, cuestión que quedó reflejada en los Tratados de Utrecht de 1713. Allí Felipe de Anjou fue reconocido rey de España por los reinos europeos a cambio de ceder las posesiones españolas en Italia, Flandes, Gibraltar y Menorca y algunas posesiones en América. Fue el principio del fin del imperio español.

 

Con los pactos de Utrecht las tropas austríacas se retiraron de España, pero muchos nobles catalanes no aceptaron lo acordado ya que no estaban dispuestos a dejar que su chiringuito fuese manejado por Felipe V quien anunció una serie de Decretos con los que unificaría jurídicamente toda la península, los Decretos de Nueva Planta, desapareciendo de ese modo la singularidad jurídica de los reinos de Valencia, Mallorca, Aragón y el principado de Cataluña. En un principio así lo hizo aunque posteriormente devolvió gran parte de sus normas a los catalanes y a los mallorquines. En cualquier caso, aunque los austríacos retirasen sus tropas, muchos de los nobles catalanes siguieron defendiendo la posición del Archiduque Carlos durante catorce meses más hasta que Felipe entró en Barcelona el 11 de septiembre de 1714. Actualmente ese día lo conmemoran los nacionalistas catalanes como el día en que perdieron sus libertades y sacralizan a Rafael Casanova (conseller en cap de la Generalitat de aquel momento) como el héroe que defendió Cataluña contra “el invasor español”. Otra mentira más. Casanova era un patriota español que defendía a uno de los dos candidatos al trono y luchó por España, no por Cataluña en particular. Así se deduce de sus propias palabras en el discurso que pronunció cuando Felipe estaba a punto de entrar en Barcelona:
 
 
“Señores, hijos y hermanos: hoy es el día en que se han de acordar del valor y gloriosas acciones que en todos tiempos ha ejecutado nuestra nación. No diga la malicia o la envidia que no somos dignos de ser catalanes e hijos legítimos de nuestros mayores. Por nosotros y por la nación española peleamos. Hoy es el día de morir o vencer. Y no será la primera vez que con gloria inmortal fuera poblada de nuevo esta ciudad defendiendo su rey, la fe de su religión y sus privilegios.”
 
O del bando dado en el Portal de San Antonio a las tres de la tarde del mismo día 11 de Septiembre, de 1714:
 
“…personas asociadas, nobles, ciudadanos y oficiales de guerra, que separadamente están impidiendo que los enemigos se internen en la ciudad; atendiendo que la deplorable infelicidad de esta ciudad, en la que hoy reside la libertad de todo el Principado y de toda España, está expuesta al último extremo de someterse a una entera esclavitud. Notifican, amonestan y exhortan, representando así a los padres de la Patria que se afligen de la desgracia irreparable que amenaza el favor e injusto encono de las armas franco-españolas…/… Se hace también saber, que siendo la esclavitud cierta y forzosa, en obligación de sus cargos, explican, declaran y protestan los presentes, y dan testimonio a las generaciones venideras, de que han ejecutado las últimas exhortaciones y esfuerzos, quejándose de todos los males, ruinas y desolaciones que sobrevengan a nuestra común y afligida Patria, y extermine todos los honores y privilegios, quedando esclavos con los demás españoles engañados y todos en esclavitud del dominio francés; pero así y todo se confía, que todos como verdaderos hijos de la Patria, amantes de la libertad, acudirán a los lugares señalados, a fin de derramar gloriosamente su sangre y su vida por su Rey, por su honor, por la Patria y por la libertad de toda España.”
 
 

 

jueves, 12 de marzo de 2015

ASÍ PROCLAMARON LA SEGUNDA REPÚBLICA


“… y en siendo hora, vamos a rondar, que es mi intención limpiar esta ínsula de todo género de inmundicia y de gente vagabunda, holgazanes y mal entretenida; porque quiero que sepáis amigos que la gente baldía y perezosa es en la República lo mesmo que los zánganos en las colmenas, que se comen la miel que las trabajadoras abejas hacen.”


Cuánta razón concurre en tus palabras, amigo Sancho, mas qué lástima haber contado en estas tierras con dirigentes menos cualificados que tu persona para conducir la convivencia de las gentes que aquí vivimos, incluso hasta llevarnos a situaciones nada decorosas que provocan los más bochornosos estupores. Envidia de los habitantes de la ínsula de Barataria debíamos tener los españoles por carecer de gobernantes con los méritos que luce su más alto dignatario, pues tanto zángano malo, más tarugos y más asnos en proporción como aquí abundaron, y abundan, intoxican cualquier monarquía y peor aun lo hicieron en nuestras Repúblicas. Sin ir más lejos, ejemplo del asunto es cómo se proclamó la segunda de ellas.


Ya te hablaré sobre las cuestiones republicanas, aunque ahora entiendo que basta con saber que el régimen de la Restauración empezó a morir en aquel fatídico año de 1.898. Digamos que desde entonces y después, durante casi todo el reinado de Alfonso XIII, fue un arrastrar las vergüenzas de aquel moribundo sistema. No obstante no era esa la idea que se percibía en la calle pues nadie podía imaginar el desplome de la corona. Las elecciones municipales de 1.931 no pretendían ser un referéndum sobre monarquía o república, simplemente eran unas elecciones municipales más, a pesar de que hayan intentado justificar a posteriori el hecho de identificarlas como un plebiscito, pero en este esperpéntico país donde el absurdo campea a sus anchas siempre puede esperarse cualquier cosa de tanta mente lúcida y translúcida, y lo que ocurrió es que una serie de hechos cocluyeron sorprendentemente con la proclamación de la República. 


Veamos qué sucedió en esas elecciones, pero entre tanto guarda los chorizos en tu alforja que sobre butifarras te hablaré de seguido. Los datos que nos dan los historiadores son poco fiables sencillamente porque los datos oficiales aún son menos fiables. La prensa del momento publicó unos resultados imposibles puesto que la suma total de concejales ni por asomo se parecía al número de concejales elegibles. Otros muchos estudiosos del tema divergen también en los datos. Se habla de pucherazo y se pone como ejemplo que un concejal socialista por Madrid llamado Saborit consiguió que votaran para su partido miles de difuntos; pero tales cuestiones, aunque puedan tener alguna proximidad a la certeza, siguen siendo especulaciones sin demostrar, por lo que corramos un tupido velo y hagamos un pasar.


Lo que sí es cierto es que los datos oficiales se ofrecieron después de proclamada la República por los propios republicanos, lo cual pone aún más bajo sospecha el resultado. En cualquier caso, se admite como válido que los monárquicos ganaron en el cómputo global y en las zonas rurales mientras que los republicanos obtuvieron la victoria en la mayor parte de las capitales de provincia. En esto que sucedió algo que podríamos tachar de insólito, por usar un eufemismo si no conocemos algo de la historia de este país, que pone en duda cuanto menos, o cuanto más, la legitimidad de la Segunda República. El martes, 14 de abril de 1.931, el diario ABC, en su edición de la mañana, página nº 28 publica la siguiente nota oficiosa conjunta de republicanos y socialistas:


“La representación de las fuerzas republicanas y socialistas coaligadas para una acción conjunta siente la ineludible necesidad de dirigirse a España para subrayar ante ella la trascendencia histórica de la jornada del domingo 12 de abril… La votación de las capitales españolas y principales núcleos urbanos ha tenido el valor de plebiscito desfavorable a la Monarquía, favorable a la República, y ha alcanzado a su vez las dimensiones de un veredicto de culpabilidad contra el titular Supremo del Poder… Invocamos pues, llegada esta hora, los supremos valores civiles a quien rinden acatamiento en todo pueblo culto las Instituciones más altas del Estado, los órganos oficiales del Gobierno y los Institutos armados; a todos es forzoso someterse a la voluntad nacional, que en vano pretenderán desfigurarse con el voto rural de los feudos… pero si, por desventura para nuestra España… no respondiesen adecuadamente quienes con violencia desempeñen o sirvan funciones de Gobierno, nosotros declinamos ante el país y la opinión internacional la responsabilidad de cuanto inevitablemente habrá de acontecer ya que, en nombre de esa España… declaramos públicamente que hemos de actuar con energía y presteza, a fin de dar inmediata efectividad a sus afanes implantando la República”.


Y firman esta nota Alcalá Zamora, Fernando de los Ríos, Casares Quiroga, Miguel Maura, Álvaro de Albornoz, Largo Caballero y Alejandro Lerroux.


En resumen nos dicen que ellos han ganado en las principales capitales y que los votos de los pueblos, o feudos como los llaman, no valen para nada, y que como ellos interpretan que han ganado las elecciones municipales porque los votos de los pueblos no tienen valor, aunque en realidad hayan ganado los monárquicos pero, cuidado, en realidad no han ganado los partidarios de la monarquía porque los votos de los pueblos no sirven para nada, conste, y que como ellos son republicanos, supongo que más elegantes, aunque las elecciones sean simples comicios para elegir solamente alcaldes y no para cambiar el sistema jurídico y político de España, ni tampoco las elecciones municipales eran un referéndum al caso, pues eso, que proclaman la República y que se atengan a las consecuencias el Gobierno, el ejército o cualquiera que se atreva a desfigurar el resultado electoral con el voto rural de los feudos que no sirve para nada, repito, porque ellos han ganado las elecciones, aunque los monárquicos tengan más votos, y el pueblo ha dicho que quiere abolir la monarquía al elegir alcaldes republicanos en muchas capitales aunque no lo haya dicho, que no lo dijo, pues eso, ea, que los votos de los pueblos no sirven para nada y que implantan la República.


Rocambolesco. Suena a muchas declaraciones políticas actuales donde lo blanco lo describen como negro, lo negro como azul y lo azul como verde mientras el rebaño pasta plácidamente sin enterarse de nada al mismo tiempo que le roban el sustento. Tan sólo oyen lo que afirman aquellos que más gritan. Supongo que serían los efectos del “cambio del clima climático” que lleva afectando siglos las meninges de muchos españoles. Esto lo digo, haciendo un paréntesis, tras leer en un libro de texto de la ESO (pobres criaturas) que las crisis económicas y las hambrunas europeas del siglo XIV se debieron al cambio climático que ya por entonces andaría hostigando el reposo de tanto cristiano, de judíos y de algún que otro sarraceno, omitiendo decir que fue a causa de las epidemias de peste que acabaron con un tercio de la población, y más incluso en algunas zonas. Supongo que esa afirmación la dedujeron algunos pedagogos actuales estudiando los datos que nos dejaron en herencia las innumerables estaciones meteorológicas del momento o quizás la ciencia, la tecnología y la informática de ese siglo, o sería el hombre del tiempo de la televisión digital del Sacro Imperio Romano Germánico. Y, en palabras del historiador Enric Ucelay-Da Cal, acto seguido sacaron las masas a la calle para provocar una “toma revolucionaria de los ayuntamientos, que la radio difundió y estimuló en el marco de una operación en buena medida coordinada a golpe de teléfono y por telégrafo”.


La maniobra situó al Gobierno en un callejón sin salida, pues tanto si éste se rendía como si mandaba disparar contra los manifestantes con ello no restauraba la normalidad en ninguno de los casos. Ucelay-Da Cal concluye diciendo que estas maniobras republicanas, “gracias a su invisibilidad”, dieron como resultado “el golpe de Estado más perfecto de toda la historia española” al salvar las apariencias de vulnerar la legalidad. El general Sanjurjo dijo que él no sacaría la Guardia Civil a la calle. Alfonso XIII, conocedor de lo que sucedió catorce años antes con las vidas de la familia del zar en Rusia entró en pánico. Alcalá-Zamora, que fuera monárquico hasta dos días antes, dijo que ellos no podían controlar a las masas ni responsabilizarse de lo que le pudiera pasar al rey. Alfonso manifestó que no quería que se derramara sangre, que se iba de España pero aclarando que no abdicaba sino que suspendía temporalmente el ejercicio de sus funciones. Inmediatamente los republicanos aprovecharon para proclamar la República. Algo singular, sin duda. España es diferente. En la inmensa mayoría de los libros de historia sólo encontrarás frases como la siguiente con la que despachan frívolamente tales acontecimientos:


“El triunfo de las candidaturas republicanas en las grandes ciudades precipitó el 14 de Abril de 1931 la proclamación  de la República. La amplitud del movimiento popular llevó a que el rey Alfonso XIII, aislado y sin apoyos, se exiliara.”




Cosas veredes, amigo Sancho…

viernes, 6 de marzo de 2015

SOCORRO Y SOCORRA, AUXILIO Y AUXILIA



“La culpa del asno no se ha de echar a la albarda”.


Amigo Sancho, entre dialectos, lenguas y demás fablas andamos por estos parajes del mundo para entendernos los unos con los otros, mas de palabras que bien podría rebuznar tu jumento se encuentran llenas muchas albardas y es que de asnos todos hicimos en algún momento de nuestra vida hasta que bien aprendimos a causa y labor de nuestros maestros y de conversar los unos con los otros pues la experiencia también es ciencia. Ya te dije que en nuestros días todos los chiquillos van a la escuela por mandato general aunque unos pocos, por ser ello mera condición natural y estadística, siguen manteniendo el rebuzno de por vida. La cuestión es que cada cual llena sus propias albardas y carruaje con el habla que mejor entiende y le interesa pero mal andamos cuando dejamos que sean otros asnos los que llenen nuestras albardas con sus roznidos.  


Querido Sancho, te cuento que moran en las Españas política y educativa de hoy algunos de esos asnos mal intencionados que pretenden llenar los serones de tanto borrico suelto con giros de lo femenino allá donde crujen, rechinan, desafinan y chirrían las más elementales reglas de la gramática. Bien sabes por la pluma que te creó en buena ley y armonía gramatical, la más elevada de todas las habidas desde la Creación, que  los idiomas nacen, se desarrollan y viven entre las gentes sencillas. Por tanto cavilo, deduzco y afirmo que ni amparo ni cobijo el hecho de alzar barreras ilógicas en contra de que nuestro idioma adopte términos, giros y demás estructuras lingüísticas de manera natural y espontánea pues con ello bien se enriquece y mejor aun se desarrolla, al igual que todo niño necesita nutrirse para crecer, pero sí me parece violación y crimen aberrante imponer maneras para diferenciar algunas ideas, perdón, algunos rebuznos políticos.


Ejemplo de una sana nutrición de nuestro idioma es la interjección “ea” que tanto usamos aquí por estas tierras del sur. Del verbo latino “ire”, nuestro verbo ir, cuyo presente de subjuntivo es “vaya”. En latín se conjugaba “eiam, eias, eiat” (vaya, vayas, vaya), al perder la “i” intermedia se convirtió en nuestro “ea”, es decir: ¡vaya! Otro ejemplo de nutrición, pero menos sana por lo artificioso y lo graso de los usos norteamericanos, es el “ok”, que no es en sí mismo una “o” y una “k” sino un “cero” y una “k”, que significa cero killed, o cero muertos, expresión de los soldados cuando una misión de combate concluía sin bajas, adaptándose después el 0k a los usos civiles como expresión de conformidad.



Amigo Sancho, te cuento que hace ya unos cuantos años dejé la escuela y, en aquellos momentos, las clases de Lengua no eran uno de mis principales divertimentos, y recuerdo cómo mi maestro nos machacaba con aquel libro (pequeño pero magnífico) que aún se sigue editando y que encontré hace poco en una librería: "Breve ortografía escolar".  Los suplicios de aquellos dictados  ("la aya halló un hoyo allá bajo el haya") me sirvieron para conocer un poco mejor nuestro rico idioma, el idioma de Don Miguel, el de Galdós, el de Unamuno, sí el que ahora algunas ilustres miembras y miembros representativas y representativos de la manada y del manado de interetuales que nos inbadieron en los urtimos haños quiere modificar porque ¡atención! es un idioma machista, a pesar de ser una idioma y no un idiomo. Así apuntalan su verborrea haciendo ver a las gentes sencillas que son más defensores de lo femenino que sus adversarios políticos a los que califican de machistas.


Eso sí, creo recordar que el español tenía tres géneros antes de que los nuevos lingüistas aparecieran en escena, y creo que eran el masculino, el femenino y el neutro. Después aprendí que en otros idiomas existen más géneros, aunque los indoeuropeos, como el español, se estructuran en tres. También pude comprobar que estos idiomas indoeuropeos no utilizan el género para distinguir el sexo, aunque a primera vista así pueda parecer. Por ejemplo, para el género neutro el sexo es indiferente ya que suele aplicarse a conceptos genéricos y abstractos (lo humano, lo eterno). También comprobé que el masculino y el femenino no mantienen una relación tan estrecha con el sexo (el mar, la mar) o que existen multitud de sustantivos masculinos y femeninos que no tienen sexo, propiamente dicho (no tiene sexo un sombrero, ni una mesa, ni un ordenador, ni unas gafas), y también pude comprobar que ciclista, electricista, periodista, astronauta, flautista, trompetista, etc. son palabras cuyo género se conjuga dependiendo del artículo que las precede, a pesar de aparentar ser femeninas. En sentido contrario, existen términos supuestamente masculinos que se conjugaban en femenino dependiendo asimismo del artículo precedente (la juez, la arquitecto), aunque ahora se hayan admitido los términos jueza o arquitecta... los hombres deberíamos reivindicar que nos llamasen “electricistos, ciclistos, periodistos o guitarristos”. También comprobé que el participio activo es neutro, así, el que anda es andante, y la que anda no es andanta, el fuego que quema es quemante y la llama que quema no es quemanta, el que canta es cantante y la que canta no es cantanta, el que ama es amante y la que ama no es amanta, aunque me sorprendo al ver cómo se ha aceptado que el que preside es presidente y la que preside es presidenta.


Un buen profesor que tuve me suspendió un examen de literatura, allá en el bachillerato, por decir que Garcilaso de la Vega se encontraba "influenciado" por las corrientes renacentistas italianas, cuando esperaba una calificación más o menos decente. Tras pedirle la pertinente explicación, me contestó que él no podía permitir que un alumno suyo llegara a la universidad sin saber escribir correctamente y a continuación me preguntó: ¿cuál es el participio del verbo influir?  Le contesté: influido. Pues sí, el verbo influenciar no existía en aquellos momentos, a pesar de que todo el mundo hablaba de lo influenciado que estaba todo. Con posterioridad, la Real Academia admitió como correcto el verbo influenciar.  Naturalmente no me suspendió y aquello lo hizo para darme un toque de atención que me sirvió para cuidar más mi vocabulario desde ese momento.


Bien, repito que la lengua está viva, que  sus reglas suelen ser arbitrarias y que es el pueblo quien la crea y quien la transforma a través de su uso cotidiano, pero sin perseguir con ello interés alguno, simplemente por la natural evolución de las formas de expresión que han hecho del español, probablemente, el idioma más rico del mundo. Lo que sí le cuesta admitir a mi testaruda estructura mental es el hecho de que estos hazombrozos inteletuales me quieran hacer confundir el género natural con el género gramatical en su interés de defender una supuesta corriente ideológica nacida en el mundo anglosajón cuyo principal idioma no posee un claro género gramatical y cuya traducción mimética conduce a las aberraciones que estos inteletuales nos quieren imponer. Sirva como ejemplo que la expresión "violencia de género" es la traducción literal de "gender violence", aunque "gender" no debe traducirse por género sino por sexo, siendo la traducción correcta en español: violencia sexual. 


Así que, por favor, distinguidos miembros y distinguidas miembras de la clase heducatiba y de la clase política, y del  claso heducatibo y del claso político, no torturen más las meninges de les pobres españoles, de las pobras españolas y de los pobros españolos para hacernos ver que ustedes, ustedos y ustedas son más defensores de lo femenino y dejen de agredir a nuestra gramática pues para transformar nuestro lenguaje se basta el pueblo solito sin ayuda de nadie, y son los verdaderos lingüistas quienes velan para arbitrar los cambios naturales de ese gran tesoro que es nuestro idioma.