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martes, 10 de febrero de 2015

IZQUIERDA, IZQUIERDA, DERECHA, DERECHA, ADELANTE, DETRÁS, UN, DOS, TRES...


 
 
 
“vaya, vuesa merced, cabos atando,

para después de todo irlos hilando,

que quizás con esta hebra mal tejida

de tanto laberinto habrá salida

y sigo con mi cuento, si no enfado”

 

Querido Sancho, sabemos en nuestros días de una hebra mal tejida que arrebuja y enmaraña las ideas de las gentes sencillas, las engatusa y las embauca enredando conceptos y confundiendo seseras. Una hebra que decimos empieza por la derecha y termina por la izquierda, o viceversa, aunque cualquiera que se acerque a su estudio difícil encontrará desenredar el embrollo y la greña que entre punta y punta compone, si es que ambas puntas derecha e izquierda son eso: puntas distintas, porque a veces asemejan ser una sola. Yo aun no he alcanzado sosiego en tal discernimiento, al contrario, cada vez que me arrimo a semejante hilacho menos cabos ato y más maraña trastorna mi juicio. Te cuento:

Algún siglo después de que la mano de D. Miguel hiciera que anduvieses por estos terrenos ocurrió un alboroto en tierras lejanas al norte de tu ínsula. Allí hubo griteríos, estruendos y sangre en abundancia por la defensa de no sé cuáles ideas de comerciantes para arrebatar el cetro al monarca francés. Una vez despojado de su mando, los ciudadanos se congregaron en la apodada Asamblea Constituyente, aconteciendo todo ello allá por el año 1.789. Y los llamados diputados liberales se sentaron a la izquierda del presidente del parlamento francés, conformando así la izquierda política (curiosamente los liberales hoy forman parte de los asientos de la derecha), mientras que a la derecha del presidente se sentaron los nobles y los conservadores, los defensores del bautizado como Antiguo Régimen. Aunque existe la controversia de que tal distinción entre derecha e izquierda arrancaba en la Inglaterra del siglo XVII, con la revolución de Oliver Cromwell, cuando los burgueses puritanos y fanáticos religiosos de su partido se sentaban en el parlamento británico a la izquierda del presidente y los representantes de la nobleza y partidarios de Carlos I en la parte derecha. En cualquier caso, se puede afirmar que la original distinción entre derechas e izquierdas responde a una simple disquisición geográfica de dónde apoyar tan nobles partes. 

Ya en el siglo XIX, con la entrada de los representantes socialistas en los parlamentos, estos comenzaron a ocupar aquellos receptáculos de nalgas donde antes apoyaban sus gruesos tafanarios los liberales, siendo desplazados estos últimos hasta verse obligados a compartir los curules de sus enemigos conservadores. Y tan ilustres personajes, una vez que definieron la distribución de sus reclinatorios, se emplearon a fondo en campañas propagandísticas para diferenciar debidamente la situación de sus posaderas, es decir: la izquierda y la derecha. Así que podemos decir que la dicotomía entre la izquierda y la derecha es una cuestión de culos en el sentido etimológico de la expresión.

Aunque luego esta cuestión de nalgas ha derivado en el siguiente batiburrillo de ideas. Para la izquierda, la economía debe ser intervencionista. Para la derecha, depende. Los conservadores suelen ser más intervencionistas, mientras que los liberales odian cualquier tipo de intervención. También el fascismo italiano de Mussolini, el nacional-socialismo alemán de Hitler y el falangismo / nacional-sindicalismo / nacional-catolicismo del franquismo español adoptan posturas extremadamente intervencionistas. De los demócrata-cristianos no hablo porque aún no tengo claro lo que piensan sobre economía. Desde el otro bando digamos que no toda la izquierda es igual de intervencionista. El anarquismo, en absoluto. Es la antítesis del intervencionismo. Sin embargo, el socialismo en su vertiente comunista es el colmo a la hora de intervenir, aunque depende, porque China es ahora menos intervencionista que Cuba o Corea del Norte.

Por otra parte, los partidos socialistas europeos tienden a moderar su lado intervencionista, aunque les traiciona el deseo de controlarlo todo, pero en otras ocasiones son menos intervencionistas que los supuestos partidos de derecha, así se columpian de un lado al otro alegando, unas veces la necesidad de adoptar posturas keynesianas (doctrina que predica la intervención económica en algunos supuestos y que nada tiene que ver con el socialismo) y otras veces flexibilizando el mercado laboral hasta el punto de escandalizar a sus propios sindicatos adyacentes. También los partidos de la izquierda se autodenominan progresistas, modernos y proyectan su discurso hacia ideas innovadoras, mientras que se basan en principios que tuvieron sentido en el siglo XIX. Por el contrario, los partidos conservadores se abrazan a la bandera del progreso y de los derechos humanos, cuando fueron los conservadores quienes lucharon contra los primeros precursores de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, es decir, contra los liberales.

Los partidos de izquierdas se autoproclaman ecologistas y cuando han gobernado en sus respectivos países han llevado a cabo auténticos crímenes contra el medio ambiente, mientras que los partidos de derechas han cometido iguales o peores crímenes contra la naturaleza. En fin, probablemente saldría loco si me pusieran un examen en el que tuviera que distinguir entre un socialista, un nacional socialista, un comunista, un liberal, un neoliberal, un demócrata cristiano, un fascista, un falangista, un anarquista, un social demócrata, un laboralista británico, un conservador, un republicano y un demócrata estadounidense, un nacional sindicalista, un nacionalista de izquierdas, un nacionalista de derechas, un carlista, un bolivariano, un sandinista, un leninista, un maoísta, o un "podemista" (que ahora es la moda) ... y menos aún, ubicarlos en la derecha o en la izquierda, o en el centro, o en el centro-derecha, o en el centro izquierda.

En consecuencia me pregunto si hacer que el metro de una ciudad sea subterráneo o de superficie ¿es de izquierdas o es de derechas? Construir un aeropuerto ¿es de izquierdas o es de derechas? Hacer recortes en los sueldos de los funcionarios ¿es de izquierdas o es de derechas? El que los jueces tengan más o menos vacaciones ¿es de izquierdas o es de derechas? Decir que vas a construir unas desaladoras y destruir un Plan Hidrológico Nacional, proyecto con más de setenta años de vida en el que han intervenido gobiernos de izquierdas, de derechas, dictadores y demócratas ¿es de derechas o es de izquierdas? No sé. Lo que sí sé es que la base para que reposen tan ilustres esfínteres anales y todo aquello que los rodea en los parlamentos es la única distinción clara que tengo sobre las izquierdas y las derechas políticas, lo que me conduce a preguntarme si las viscerales posiciones que a diario se dan en muchas de las discusiones de los individuos de este país defienden posturas de izquierdas, posturas de derechas, o posturas de… elige el adjetivo.

Admitamos que las izquierdas son los socialistas, los comunistas, que no son sino una especificación del socialismo y los anarquistas, es decir, los “defensores” del movimiento obrero y las derechas son el resto, aunque no sé dónde meter a las feministas, por ejemplo, puesto que Clara Campoamor, la feminista española que pidió el sufragio para las mujeres, diputada del Partido Radical, un partido autoproclamado como liberal, de derechas, allá por 1.931 en nuestra Segunda República, tuvo una feroz oposición de Victoria Kent, diputada del PSOE argumentando esta última que las mujeres no debían votar porque los curas harían que sus votos fuesen para las derechas. Tampoco sé dónde colocar a los ecologistas ni a los defensores de los homosexuales, nuevas tendencias políticas que intentan ser absorbidas por las actuales izquierdas en España, aunque en otros países gobernados por las propias izquierdas persiguen con saña a los gays. Tampoco me hacen gracia las reflexiones de aquellos necios que dicen que ser de izquierdas es ser honesto, como hizo en su día aquel personaje que presidió el gobierno de nuestro país, ni por el contrario las de aquellos otros necios que dicen que los de izquierdas son unos indecentes. Cada cual tiene su corazoncito y ya te dije antes, amigo Sancho, que:

la izquierda y la derecha es una cuestión de culos,  y muestro mi escepticismo cuando se argumenta que es una cuestión ideológica pero en absoluto estoy de acuerdo cuando lo presentan como una cuestión de hechos.

En fin. Hay para escribir más de un libro sobre el tema…

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