“vaya, vuesa merced, cabos atando,
para después de todo irlos hilando,
que quizás con esta hebra mal tejida
de tanto laberinto habrá salida
y sigo con mi cuento, si no enfado”
Querido Sancho, sabemos en nuestros días de una hebra
mal tejida que arrebuja y enmaraña las ideas de las gentes sencillas, las
engatusa y las embauca enredando conceptos y confundiendo seseras. Una hebra
que decimos empieza por la derecha y termina por la izquierda, o viceversa,
aunque cualquiera que se acerque a su estudio difícil encontrará desenredar el
embrollo y la greña que entre punta y punta compone, si es que ambas puntas
derecha e izquierda son eso: puntas distintas, porque a veces asemejan ser una
sola. Yo aun no he alcanzado sosiego en tal discernimiento, al contrario, cada
vez que me arrimo a semejante hilacho menos cabos ato y más maraña trastorna mi
juicio. Te cuento:
Algún
siglo después de que la mano de D. Miguel hiciera que anduvieses por estos
terrenos ocurrió un alboroto en tierras lejanas al norte de tu ínsula. Allí hubo
griteríos, estruendos y sangre en abundancia por la defensa de no sé cuáles
ideas de comerciantes para arrebatar el cetro al monarca francés. Una vez
despojado de su mando, los ciudadanos se congregaron en la apodada Asamblea
Constituyente, aconteciendo todo ello allá por el año 1.789. Y los llamados
diputados liberales se sentaron a la izquierda del presidente del parlamento
francés, conformando así la izquierda política (curiosamente los liberales hoy
forman parte de los asientos de la derecha), mientras que a la derecha del
presidente se sentaron los nobles y los conservadores, los defensores del bautizado
como Antiguo Régimen. Aunque existe la controversia de que tal distinción entre
derecha e izquierda arrancaba en la Inglaterra del siglo XVII, con la
revolución de Oliver Cromwell, cuando los burgueses puritanos y fanáticos
religiosos de su partido se sentaban en el parlamento británico a la izquierda
del presidente y los representantes de la nobleza y partidarios de Carlos I en
la parte derecha. En cualquier caso, se puede afirmar que la original
distinción entre derechas e izquierdas responde a una simple disquisición
geográfica de dónde apoyar tan nobles partes.
Ya
en el siglo XIX, con la entrada de los representantes socialistas en los
parlamentos, estos comenzaron a ocupar aquellos receptáculos de nalgas donde
antes apoyaban sus gruesos tafanarios los liberales, siendo desplazados estos
últimos hasta verse obligados a compartir los curules de sus enemigos
conservadores. Y tan ilustres personajes, una vez que definieron la
distribución de sus reclinatorios, se emplearon a fondo en campañas
propagandísticas para diferenciar debidamente la situación de sus posaderas, es
decir: la izquierda y la derecha. Así que podemos decir que la dicotomía entre la
izquierda y la derecha es una cuestión de culos en el sentido etimológico de la
expresión.
Aunque
luego esta cuestión de nalgas ha derivado en el siguiente batiburrillo de
ideas. Para la izquierda, la economía debe ser intervencionista. Para la
derecha, depende. Los conservadores suelen ser más intervencionistas, mientras
que los liberales odian cualquier tipo de intervención. También el fascismo
italiano de Mussolini, el nacional-socialismo alemán de Hitler y el falangismo /
nacional-sindicalismo / nacional-catolicismo del franquismo español adoptan
posturas extremadamente intervencionistas. De los demócrata-cristianos no hablo
porque aún no tengo claro lo que piensan sobre economía. Desde el otro bando
digamos que no toda la izquierda es igual de intervencionista. El anarquismo,
en absoluto. Es la antítesis del intervencionismo. Sin embargo, el socialismo
en su vertiente comunista es el colmo a la hora de intervenir, aunque depende,
porque China es ahora menos intervencionista que Cuba o Corea del Norte.
Por
otra parte, los partidos socialistas europeos tienden a moderar su lado
intervencionista, aunque les traiciona el deseo de controlarlo todo, pero en
otras ocasiones son menos intervencionistas que los supuestos partidos de
derecha, así se columpian de un lado al otro alegando, unas veces la necesidad
de adoptar posturas keynesianas (doctrina que predica la intervención económica
en algunos supuestos y que nada tiene que ver con el socialismo) y otras veces
flexibilizando el mercado laboral hasta el punto de escandalizar a sus propios
sindicatos adyacentes. También los partidos de la izquierda se autodenominan
progresistas, modernos y proyectan su discurso hacia ideas innovadoras,
mientras que se basan en principios que tuvieron sentido en el siglo XIX. Por
el contrario, los partidos conservadores se abrazan a la bandera del progreso y
de los derechos humanos, cuando fueron los conservadores quienes lucharon
contra los primeros precursores de la Declaración de los Derechos del Hombre y
del Ciudadano, es decir, contra los liberales.
Los
partidos de izquierdas se autoproclaman ecologistas y cuando han gobernado en
sus respectivos países han llevado a cabo auténticos crímenes contra el medio
ambiente, mientras que los partidos de derechas han cometido iguales o peores
crímenes contra la naturaleza. En fin, probablemente saldría loco si me
pusieran un examen en el que tuviera que distinguir entre un socialista, un
nacional socialista, un comunista, un liberal, un neoliberal, un demócrata
cristiano, un fascista, un falangista, un anarquista, un social demócrata, un
laboralista británico, un conservador, un republicano y un demócrata
estadounidense, un nacional sindicalista, un nacionalista de izquierdas, un
nacionalista de derechas, un carlista, un bolivariano, un sandinista, un
leninista, un maoísta, o un "podemista" (que ahora es la moda) ... y menos aún, ubicarlos en la derecha o en la
izquierda, o en el centro, o en el centro-derecha, o en el centro izquierda.
En
consecuencia me pregunto si hacer que el metro de una ciudad sea subterráneo o
de superficie ¿es de izquierdas o es de derechas? Construir un aeropuerto ¿es
de izquierdas o es de derechas? Hacer recortes en los sueldos de los funcionarios
¿es de izquierdas o es de derechas? El que los jueces tengan más o menos
vacaciones ¿es de izquierdas o es de derechas? Decir que vas a construir unas
desaladoras y destruir un Plan Hidrológico Nacional, proyecto con más de
setenta años de vida en el que han intervenido gobiernos de izquierdas, de
derechas, dictadores y demócratas ¿es de derechas o es de izquierdas? No sé. Lo
que sí sé es que la base para que reposen tan ilustres esfínteres anales y todo
aquello que los rodea en los parlamentos es la única distinción clara que tengo
sobre las izquierdas y las derechas políticas, lo que me conduce a preguntarme
si las viscerales posiciones que a diario se dan en muchas de las discusiones
de los individuos de este país defienden posturas de izquierdas, posturas de derechas,
o posturas de… elige el adjetivo.
Admitamos
que las izquierdas son los socialistas, los comunistas, que no son sino una
especificación del socialismo y los anarquistas, es decir, los “defensores” del
movimiento obrero y las derechas son el resto, aunque no sé dónde meter a las
feministas, por ejemplo, puesto que Clara Campoamor, la feminista española que
pidió el sufragio para las mujeres, diputada del Partido Radical, un partido
autoproclamado como liberal, de derechas, allá por 1.931 en nuestra Segunda
República, tuvo una feroz oposición de Victoria Kent, diputada del PSOE
argumentando esta última que las mujeres no debían votar porque los curas
harían que sus votos fuesen para las derechas. Tampoco sé dónde colocar a los
ecologistas ni a los defensores de los homosexuales, nuevas tendencias
políticas que intentan ser absorbidas por las actuales izquierdas en España,
aunque en otros países gobernados por las propias izquierdas persiguen con saña
a los gays. Tampoco me hacen gracia las reflexiones de aquellos necios que
dicen que ser de izquierdas es ser honesto, como hizo en su día aquel personaje
que presidió el gobierno de nuestro país, ni por el contrario las de aquellos
otros necios que dicen que los de izquierdas son unos indecentes. Cada cual
tiene su corazoncito y ya te dije antes, amigo Sancho, que:
la izquierda y la derecha es una
cuestión de culos, y muestro mi escepticismo cuando se argumenta que es una cuestión
ideológica pero en absoluto estoy de acuerdo cuando lo presentan como una
cuestión de hechos.
En
fin. Hay para escribir más de un libro sobre el tema…
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